sábado, 27 de junio de 2009

El Terrorismo

Cartagena de Indias, Colombia, domingo, 23 de febrero de 2003

Respuesta al terrorismo
Por Carlos García Orjuela
El 7 de noviembre de 1985, en el corazón de Colombia, en la Plaza de Bolívar de Bogotá, comenzó el incendio de la sede de la Corte Suprema de Justicia con todos sus ocupantes al interior. Los acontecimientos fueron transmitidos sin interrupción. Todo lo ocurrido desde el momento de la toma del edificio por un comando terrorista del M-19; las súplicas del presidente de la Corporación para que "pararan el fuego"; el cañoneo de la esculpida puerta de bronce por la tanqueta militar que escalaba la entrada del Palacio de la Justicia, todo hasta el trágico final, consumido por el fuego, fue difundido por televisión.
Pocos minutos después del instante en que explota el carro bomba en El Nogal, los colombianos van al televisor y la transmisión se extiende, se propaga y se magnifica sin fronteras. Cada televidente va quedando atrapado, absorbido, como si fuese succionado por la pantalla.
Mudos observan la capacidad destructiva de los criminales, la potencia de la fuerza utilizada contra la población. Las manifestaciones de dolor y de tristeza, el miedo y los escombros como resultados de la barbarie son repetidos sin descanso por los medios de comunicación, hasta que no quede duda alguna de que existe el terrorismo.
¿Qué pretenden los terroristas? Con estos actos, los verdaderos responsables, intentan cambiar la política de Gobierno. El miedo y la violencia impiden el control territorial. Las amenazas y la zozobra generan un clima de confusión y de desorden necesario para continuar con las actividades ilegales de quienes ordenan y pagan por la ejecución de las explosiones.
Por inesperados que sean, los hechos de terror no son improvisados ni son actos aislados, son el resultado de la premeditación y la elaboración. La incertidumbre como resultado emocional de la intimidación puede forzar a los individuos o a un grupo de ellos para pedir la alteración de las decisiones de Gobierno.
Una escalada violenta pretendería coaccionar al gobernante para que conceda los beneficios exigidos por los criminales. Recordemos que el secuestro de un hermano del Presidente Gaviria obligó a las autoridades a dejar en libertad, entregar dinero y permitir el viaje a Cuba de los jefes del JEGA responsables del delito.
¿Cuál debería ser el papel de los medios de comunicación frente a un atentado terrorista?
Ted Koppel, de la agencia de noticias ABC, afirma que la televisión y el terrorismo se necesitan entre sí, que sin esta el fenómeno no sería visto. Sin los medios de comunicación, sin la televisión, sin la abundancia de información, las agresiones terroristas serían causas ignoradas. Con la profusión de especulaciones temerosas, se produce tanto miedo que una sensación de tragedia permanente se apodera de la población como si fuera un segundo "golpe" devastador.
Como una paradoja para que los medios se ocupen de la noticia, los atentados deben ser más letales, con ingredientes de espectacularidad que puedan atraer la atención del mundo.
En conclusión, la libertad de prensa se ofrece y se goza cuando se vive en democracia.
Pero, ¿deberían los medios contribuir con la democracia cuando se encuentra amenazada?
La pregunta es de Richard Francis anterior director de la BBC, quien agrega que el "culto a la objetividad" es una distorsión de la información cuando, hoy, los medios pueden atrapar al individuo en un drama que se desarrolla a larga distancia, en vivo y en directo.



Publicado en El Universal, El Nuevo Día y Vanguardia Liberal.

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