El Nuevo Dia
Jueves 23 de Abril del 2009
FRANCISCO JOSÉ MEJÍA (Columnista)
En ocasiones anteriores me he referido en esta columna a la situación del doctor Carlos García Orjuela, y ha sido quizá esa terrible lógica de la impotencia que nos imponen los hechos, que nos vuelve tolerantes a las injusticias, lo que explica mi largo silencio en este caso. El doctor García ya casi completa un año de injusta detención y en su proceso sigue sin haber prueba alguna diferente al testimonio seducido de unos bandidos, de los cuales a uno se le probó que estaba recluido en una correccional de menores cuando dijo haber participado en la reunión con los paras donde estaría el senador García.
Estos mismos delincuentes fueron sorprendidos por las autoridades extorsionando a funcionarios públicos desde la cárcel con un arma que hasta hace poco no existía en el arsenal de la delincuencia, pero que hoy, gracias a la Corte Suprema, está a su disposición y está probando ser más poderosa que todas, el falso testimonio. Nada más grave para nuestra democracia que se utilicen los tribunales para truncar la voluntad popular expresada en las urnas y ganar en ese terreno las batallas que deben darse en los escenarios legítimos de la democracia.
Ya es conocido el delirio y la sed de venganza con que actúa la Corte Suprema a la hora de juzgar los casos de la parapolítica, pero lo que más preocupa ahora es que en la Fiscalía ya se observan comportamientos similares. ........... ¿Cómo podrán soportar en sus conciencias estos fiscales y estos magistrados el condenar a un inocente, si eso es peor que tener las manos manchadas de sangre, pues acá el asesinato se da lentamente, y lo padece más el espíritu que el cuerpo?.................................. Mientras esta orgía de falsos testimonios y procesos madre continúa en contra de los que han sido simpatizantes del Gobierno; el país aún espera justicia en el caso de la FARC política. El computador de ‘Raúl Reyes’ es una mina de oro probatoria; sin embargo, si alguno de ellos resultara condenado sin más pruebas que el testimonio inducido de un guerrillero, repudiaría el hecho con la misma vehemencia que lo hago en el caso del doctor García, pues como decía Montesquieu, "una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad".
lunes, 27 de abril de 2009
EL SENADOR QUE PERDIO EL TOLIMA
EL NUEVO DIA
Miercoles 12 de Noviembre de 2008
FRANCISCO JOSÉ MEJÍA (Columnista)
Ya van casi cuatro meses desde que Carlos García fue privado de su libertad por orden de la Corte Suprema de Justicia. Capturado como un peligroso delincuente fue conducido a comparecer ante sus jueces. Allí pasó largas jornadas acreditando su inocencia, demostrando con documentos, cifras, testimonios y hechos el error que se estaba cometiendo. A pesar de todo, en la medida que avanzaba el proceso, se hizo muy claro que la corte desestimaba sistemáticamente la abrumadora evidencia a favor del Senador y solo consideraba los testimonios de unos bandidos seducidos por beneficios prometidos. Uno de ellos habría estado recluido en una cárcel de menores cuando dijo haberse reunido con el Senador. Una falsa delación era algo muy simple para unos asesinos.
Ya van casi cuatro meses desde que Carlos García fue privado de su libertad por orden de la Corte Suprema de Justicia. Capturado como un peligroso delincuente fue conducido a comparecer ante sus jueces. Allí pasó largas jornadas acreditando su inocencia, demostrando con documentos, cifras, testimonios y hechos el error que se estaba cometiendo. A pesar de todo, en la medida que avanzaba el proceso, se hizo muy claro que la corte desestimaba sistemáticamente la abrumadora evidencia a favor del Senador y solo consideraba los testimonios de unos bandidos seducidos por beneficios prometidos. Uno de ellos habría estado recluido en una cárcel de menores cuando dijo haberse reunido con el Senador. Una falsa delación era algo muy simple para unos asesinos.
Ante un juicio politizado, sin las más mínimas garantías, el Senador García tuvo que renunciar a su curul. Es un despropósito pensar que Carlos García necesitara de organizaciones ilegales para ganar una curul estando en la cima de una larga y productiva carrera política. Y más aun lo es, cuando se miran las cifras de la votación en el Tolima y se comparan con elecciones pasadas. Eso desde el punto vista práctico, pero quienes conocemos la solidez ética y moral del Senador, sabemos que no lo hubiera hecho así lo necesitara. Esta historia no solo encierra el drama personal y familiar de un inocente preso, sino que además, priva al Tolima de su mejor Senador y al país de uno de los más brillantes.
Justamente, hoy cuando el Tolima necesita del concurso de sus mejores hombres para enfrentar los enormes retos como la pobreza, el desempleo y la seguridad, entre otros, unos jueces politizados le arrebatan a una comunidad agobiada al Senador con más capacidad de interlocución con el Gobierno central. La prolífica carrera del doctor García incluye haber sido ponente de la Ley de presupuesto de la Nación varias veces, artífice de muchos mecanismos de fomento del sector agropecuario, como los incentivos a cultivos de tardío rendimiento e iniciativas para profundizar el mercado de valores, entre otros.
Un senador estrella al momento de abordar los grandes temas nacionales, pero también muy eficaz y compasivo resolviendo problemas al nivel de las pequeñas comunidades. Quienes lo conocen nunca lo vieron pronunciando el discurso retórico vacío, que es la vía fácil de la política, sino estableciendo un diálogo franco y abierto con la comunidad dirigido a formular verdaderas soluciones a los problemas. Numerosas comunidades y alcaldes pueden dar testimonio de esto y todos los funcionarios del alto Gobierno siempre lo vieron incansable con un proyecto para el Tolima debajo del brazo. No nos olvidemos del Senador García, lo que a él le ha sucedido no solo es una injusticia con su persona sino que también lo es con el Tolima. Esperamos que la Fiscalía proceda en derecho y sin dilaciones y desestime las falsas acusaciones. Ojalá lo tengamos pronto devuelta trabajando por sus comunidades.
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